Cooperación entre empresas
El especialista en derecho chino Martín González Solar* escribe en Hola China que “la vinculación entre empresas chinas y empresas locales se justifica al existir objetivos complementarios y ofrecer una oportunidad para que ambas partes se beneficien de manera recíproca. Los socios locales aportan el conocimiento del mercado interno; tierras, familiaridad con trámites administrativos; gestión de regulaciones gubernamentales y comprensión de la oferta laboral. Mientras que los socios chinos pueden ofrecer nuevos procesos, productos con tecnologías avanzadas, acceso a nuevos mercados, recursos, entre otros”.
La etapa de reformas y apertura impulsada por el ex presidente chino Deng Xiao Ping a finales de 1970 dio cuenta de un consenso político en China, sobre la urgencia de impulsar un crecimiento económico acelerado y vías para implementarlo. A partir de entonces, el país comenzó su evolución hacia una nueva forma de gobierno y desarrollo. En la actualidad, los resultados de dichas reformas iniciales y las posteriores que se han ejecutado son sorprendentes, y han llevado a China a transformarse en el principal exportador y el segundo mayor importador del mundo.
La necesidad de China de productos básicos -derivado de su modelo exportador consistente en transformar materias primas importadas en productos finales y enviarlos a mercados en el exterior- y, además, la escasez interna de productos básicos, lo que incentiva la importación, para satisfacer a una población de más de 1300 millones de personas. Esto ha motivado en los últimos años a las empresas chinas a explorar el mercado de América Latina y celebrar contratos de largo plazo con empresas locales en sectores de la minería, energía y alimentos.
Así, la vinculación entre empresas chinas y empresas locales se justifica al existir objetivos complementarios y ofrecer una oportunidad para que ambas partes se beneficien de manera recíproca. Los socios locales aportan el conocimiento del mercado interno; tierras, familiaridad con trámites administrativos; gestión de regulaciones gubernamentales y comprensión de la oferta laboral. Mientras que los socios chinos pueden ofrecer nuevos procesos, productos con tecnologías avanzadas, acceso a nuevos mercados, recursos, entre otros.
Con el fin de agregar valor, al analizar la contraparte es vital que exista una “visión compartida”: la existencia de un claro modelo de negocio, un equipo con el know-how, o conocimiento de la industria respectiva y su trayectoria.
La cooperación entre China y América Latina está aumentando significativamente. En la actualidad, algunas de las mayores inversiones realizadas por empresas chinas en el extranjero se encuentran en América Latina y las empresas conjuntas o joint ventures son un mecanismo efectivo para participar en proyectos o empresas específicas.
A la fecha diversos proyectos se han llevado a cabo en ambos sentidos: en Brasil, la petrolera estatal China Sinopec en conjunto con Petrobras; en Chile, MINMETALS en conjunto con la minera de cobre estatal Codelco; en Costa Rica, CNPC y Recope; en Ecuador, Sinopec y Petroecuador; en Argentina, CNOOC y Bridas; en Venezuela, CNPC y PDVSA. Asimismo, empresas latinoamericanas han incursionado en China como el conglomerado de alimentos brasileño Marfrig junto a Cofco y Chinwhiz.
Si bien la modalidad de joint venture puede ser alentadora, se necesita tiempo y determinación para construir la relación correcta y es probable que surjan complicaciones si los objetivos de ambas empresas no están 100% claros y bien entendidos por todos los involucrados. De la misma forma, si hay un desequilibrio en los niveles de experiencia o diferentes estilos de gestión por las partes podría afectarse la iniciativa. Es importante además identificar si hay coincidencia con los productos, servicios y/o mercados de la otra empresa.
Aunque los joint ventures son delicados en su negociación, una vez concluida la negociación trabajar en conjunto muchos tienen éxito y prosperan. En este contexto, dada la magnitud de la interdependencia y complementariedad entre América Latina y China, es más que probable que las alianzas entre empresas continúen. Para ello, un contrato bien estructurado ayuda a establecer una base sólida para el negocio y minimiza los malos entendidos en el futuro. Además, proporciona a ambas partes un marco legal exigible en caso de que la otra parte no cumpla con sus obligaciones. No obstante lo anterior, no hay sustituto para el compromiso de ambas partes a la hora de anticipar y resolver conflictos, y entender que las ventajas comparativas del acuerdo en un inicio podrían cambiar en el tiempo.
*Abogado de GS&Co., Abogados y Consultores Chile-China. Master en Derecho Chino (LL.M) Universidad de Tsinghua, Beijing, China. Actualmente reside en Santiago de Chile.
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