La larga marcha industrial

26 febrero, 2014

En el número 41 de la revista Ciclos, de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Gustavo Girado escribe un artículo donde analiza la metamorfosis exportadora china y sus implicancias globales a partir de 1980. A partir de entonces, la llegada de inversiones directas extranjeras, la creación de zonas económicas especiales y otras reformas al modelo maoísta, con una búsqueda creciente de agregado de valor y, más recientemente, de inversión en Investigación y Desarrollo, iniciaron en China, dice el economista, un camino hasta ser hoy el país asiático un protagonista clave a nivel regional y global, con impacto –entre otras regiones- en Latinoamérica. En Leer más, el artículo completo.


La metamorfosis exportadora china y sus implicancias globales (1980 – 2010)

Por Gustavo Girado

La relevancia global de China tiene tal grado de impacto que, prácticamente, no hay una sola economía que se encuentre inmune a las consecuencias de sus decisiones, en especial de aquellas que vinculan a China directamente con el resto del mundo: las comerciales, sobre las inversiones e, incluso, las decisiones que tome sobre el destino de sus reservas en divisas, ya que cualquiera sea, impactará sobre la tasa de interés mundial.

Estas líneas pretenden fijar la atención sobre uno de esos canales, el comercial, y su evolución en tanto el contenido de las ventas chinas ha ido cambiando en la medida que se fue convirtiendo en un protagonista cada vez más importante a nivel regional, multi y bilateral. Se repasará sintéticamente el proceso interno que determina su perfil actual, y se exploran hacia el final de estas líneas cuáles pueden ser las implicancias para Latinoamérica.

Las inversiones en China desde 1979.

China ha combinado el desarrollo de su gran mercado interno con una agresiva y exitosa estrategia exportadora, la cual estuvo en un inicio ligada a la atracción de IED. De hecho su fuerza comercial está íntimamente vinculada con la presencia de capital extranjero en su territorio. Ese proceso de recepción de inversiones extranjeras reconoce diferentes etapas, y han sido centrales a la hora de explicar la performance china de las últmas tres décadas.

Una primera es de inicios de la década de 1980, cuando comienzan las reformas económicas, en la cual China recibe la IED porque se constituye como una plataforma de exportación de productos manufacturados mano de obra intensivos, básicamente. Su primer objetivo fue aumentar las exportaciones pero también vincularse con los mercados manufactureros mundiales y facilitar la modernización del aparato productivo, principalmente mediante la operación de empresas transnacionales. China es un atractivo espacio para la producción de productos que usen mano de obra de baja calificación, pues cuenta con una casi infinita oferta  local de este factor. Como laboratorios de las reformas que comenzaban, se crearon las zonas económicas especiales (ZEE).

Un segundo momento presenta una ampliación de aquella IED, o sea más inversiones por parte de los mismos actores, y en esta oportunidad llegan para ampliar la capacidad de producción de las plantas instaladas, porque China ya se había constituido en un mercado en sí mismo, importante como tal, y no alcanzaba lo que se manufacturaba originalmente para abastecer ambos frentes. Durante los primeros años posteriores a aquellas reformas los flujos de IED fueron relativamente modestos y a partir de 1990 aumentan significativamente.

Un tercer momento es el del ingreso masivo de actores extranjeros a producir en el mercado chino, debido a que las dilatadas negociaciones para la accesión de China a la OMC (que duraron 16 años culminando al final de 2001) estaban poniendo las posibilidades de hacerse del mercado chino, ya atractivo. Debido a que comerciar con China, venderle, era complejo (las barreras al comercio presentes eran de todo tipo y abundaban las técnicas, zoo y fitosanitarias), lo más sencillo era ir allí e instalarse en su territorio. Lo más rentable en este escenario, claro, fue sortear aquellas restricciones saltando la frontera y conseguir instalarse en su territorio para abastecer su creciente mercado interno y también exportar.

Una cuarta etapa de IED, que ya presenta otro carácter y es más reciente, se revela cuando China comienza a exportar capitales, una vez que el crecimiento de sus reservas se acelera y se convierte en el principal acreedor del gobierno norteamericano. En ese momento, si bien no se desmerece el ingreso de capital productivo, entran capitales a China para especular con el tipo de cambio en virtud de las presiones que recibía -y recibe- esa economía para revaluar el yuan renminbí (los capitales ingresan para beneficiarse con la paulatina -y casi garantizada- revaluación de la moneda asiática frente al dólar) de manera de aprovecharse de la segura apreciación del yuan y ganar dinero con el cambio de moneda apostando a una tasa de interés positiva, cuando las tasas globales se encuentran en niveles mínimos por la fuerte caída en los niveles de actividad (1).

El valor agregado local en su perfil externo

Los procesos mencionados hasta aquí (modificaciones en el patrón productivo y proceso de ingreso de IED a China) están cambiando profundamente la canasta exportadora de China en favor de los productos de alta tecnología. Como contraparte, la participación de los productos de baja tecnología, como textiles y calzados, ha bajado. De acuerdo a lo recabado por la OCDE (2011), el peso relativo del sector de manufacturas de tecnología media se mantuvo y baja permanentemente la participación de las ventas de sus materias primas.

En suma, el crecimiento de las exportaciones comenzó al inicio del período de reformas coincidiendo con la primera oleada de IED, y se concentró al principio en manufacturas simples, para evolucionar hacia productos más sofisticados, en un proceso que hoy continúa. Para 1985 los productos primarios y las manufacturas basadas en recursos naturales todavía representaban el 49% de las exportaciones, porcentaje que disminuyó al 12% en 2000 y siguió descendiendo hasta ser casi insignificante. Por el contrario, las manufacturas no basadas en recursos naturales y de bajo nivel tecnológico, subieron su peso relativo hasta el 54% del total de las exportaciones en 1990, para luego ir descendiendo a medida que aumentaba la exportación de otras manufacturas de mayor contenido tecnológico.

En los últimos 11 años, China ha aumentado su participación en las exportaciones globales de manufacturas aproximadamente un 1% anual. Para 2009 eran el 12,1% del total y las exportaciones de manufacturas chinas alcanzaron el 13,7% al año siguiente. A fin de 2012 ese porcentaje es ligeramente superior, y diversas estimaciones sostienen que la tendencia persistirá durante al menos otra década. El contenido de esas ventas también ha cambiado. Parece apropiado detenerse en este punto un instante.

Hace 5 años, el 45% de las exportaciones de bienes correspondía a manufacturas intensivas en mano de obra y solo el 8% a manufacturas que incluyan un proceso intensivo en investigación y desarrollo. Ya en 2008, las primeras descendieron al 27% del total de exportaciones mientras que las segundas duplicaron su presencia hasta el 16%, en un claro progreso de escalamiento tecnológico.

El punto que pretendemos subrayar es el que hace a la propiedad, la titularidad, de ese progreso. La participación en las exportaciones chinas de la IED radicada en China viene disminuyendo sistemáticamente desde el pico del 60% alcanzado en 2005. Las empresas locales, como los productores de maquinaria pesada, están jugando un rol creciente en ese cambio, y la contracara del proceso es que aquella IED radicada en China, paulatinamente esta focalizándose en el sector servicios dentro de ese país.

Esas dos tendencias implican que el compromiso de China con el mundo en la década que viene, en términos comerciales, posiblemente sea llevado a cabo fundamentalmente por empresas chinas participando en los mercados de países en vías de desarrollo. Esto es un marcado contraste con la década pasada, durante la cual las inversiones de las multinacionales fueron el factor clave en la integración de China en la economía mundial.

Más importante, los productos de alto valor agregado que importan los países en vías de desarrollo son aquellos en los cuales las empresas manufactureras chinas están tratando de ganar en capacidad. Casi todos los trenes, tractores y camiones exportados por China en 2010 fueron destinados a economías en vías de desarrollo. Esto puede ofrecer a las empresas manufactureras chinas los mercados externos que necesitan para generar escala y tecnología, antes de intentar ingresar en los mercados de la OCDE, muy regulados y exigentes en cuanto a la calidad.

Así, aunque la ingeniería y las firmas de alta tecnología occidentales todavía no puedan ver una competencia importante en sus propios mercados, sí van a enfrentar un gran cambio en sus mercados externos (competencia indirecta). En 2008, por ejemplo, 71,5% de todas las maquinarias importadas en los BRICs (excepto China) y Sudáfrica, vinieron de los países de la OCDE. Esa porción cayó al 63% en 2010, mientras que la participación de China creció del 17,5% al 21,8% en el mismo período.

En ese proceso es cuando África y Latinoamérica afloran por sobre la media como destino de los capitales chinos, mientras la economías del hemisferio norte occidental reciben capitales chinos pero como compradores de tecnología y marcas, porque no sólo pretenden abastecerse o conseguir insumos para llevar a su territorio: también pretenden desarrollar mercados en Europa y América del Norte y comprar, en ellos, tecnología occidental y marcas consolidadas para poder gestionarlas dentro de su territorio y competir en él. Consultoras internacionales advierten que no necesariamente los chinos desean conquistar mercados externos, sino que uno de sus principales desafíos es desarrollar y asegurarse el propio.

Desde entonces la adquisición de empresas por parte de empresas chinas se acelera en notablemente. Las inversiones chinas fuera de su territorio van paulatinamente consiguiendo sus objetivos porque para ambos propósitos cuentan con formatos relativamente desconocidos en occidente, y que para avanzar en mercados externos les resultan especialmente convenientes: ese proceso de internacionalización es encabezado por empresas estatales chinas, que van a otros países con una propuesta cerrada como inversiones corporativas, de una sola entidad, crédito barato y otros beneficios (2).

Algunos de estos acuerdos se refieren a la adquisición de materias primas, que está claro que va a continuar vía empresas chinas interesadas en África y América Latina, dada su dotación de recursos naturalse. Pero ésta no parece ser la única meta de las incursiones chinas: la IED china en los países desarrollados, cuando abordan empresas europeas y estadounidenses, va por el acceso al mercado.

Los cambios por venir

Ahora, junto con el crecimiento de la cantidad y calidad de las exportaciones e inversiones que sale desde China, el Politburó centra su interés en el grado de valor agregado local, que varía considerablemente según el tipo de empresa: es menor en las empresas transnacionales y mayor en las empresas chinas. Al comienzo del período, el agregado de valor chino por producto es alto en bienes de bajo contenido tecnológico, y va disminuyendo en la medida que ascendemos en la cadena de valor.

Así, las exportaciones chinas de productos intensivos en tecnología son las que tienen un menor valor agregado local: desde un 4% para computadoras hasta un 15% para equipo de telecomunicaciones (OCDE, 2010). Probablemente este panorama este cambiando en la medida que las empresas privadas chinas incrementan su participación en las exportaciones (proporción que pasó del 5% del total en 2001 al 30% en 2009).

Ese proceso de mayor penetración y con productos más sofisticados, se aprecia cuando diversas economías en vías de desarrollo, con China a la cabeza, “invaden” paulatinamente los mercados de ciertas categorías de productos en los cuales las economías más desarrolladas siempre predominaron. Si bien la especialización prevalece (China = barato; desarrollados = sofisticado), la participación de las exportaciones combinadas a todo el mundo de EE.UU., Japón y la UE27, en manufacturas, cayó del 63,3% en 2001 al 56,3% en 2010. Ese espacio de mercado fue ocupado, principalmente, por China. La experiencia parece indicar que en los sectores de productos en los cuales China se lanza a competir (apoyado en economías de escala y fuertes inversiones), el impacto es considerable.

Consultores internacionales sugieren que esos sectores involucran -mayoritariamente- equipos de capital y sus repuestos, reflejando grandes mejoras en los niveles de precisión en productos para cortar metales y algunos procesos metalúrgicos. Hay varios componentes que eran muy difíciles de hacer, para los que se requiere cierto nivel de resistencia, durabilidad y precisión, y ahora están siendo producidos masivamente por nuevas empresas que han aplicado “ingeniería-reversa” sobre productos antes importados.

Pero hasta aquí los analistas han tratado con una porción relativamente chica del comercio mundial. La presencia global de China todavía tiene que hacerse sentir más en el mercado de exportaciones de automóviles (de us$ 553 mil millones), en el de productos farmacéuticos -us$ 310 mil millones-, y en el de aviones, de us$ 85 mil millones, entre otros. El futuro de las exportaciones de China estará encabezado por los productores de equipos, y aunque estos todavía no pueden penetrar en los mercados occidentales, la competencia la dan en terceros mercados.

Pese a encontrarse en un claro sendero de acumulación de capacidades tecnológicas, el esfuerzo en investigación y desarrollo de las empresas chinas es todavía inferior al del promedio de las empresas de los países de la OCDE (1,5% del PBI versus el 2.2% promedio en esos países), particularmente en las industrias de alta tecnología, segmento en el que las firmas chinas básicamente ensamblan partes.

De allí que la fuente de sus innovaciones sigue siendo la IED y el producto de las investigaciones que viene dentro de los insumos importados. El tipo de inversiones en I+D que realizan las empresas chinas en este segmento es el que equivale a las industrias de baja tecnología en los países más avanzados (OCDE, 2011).

Hoy estos cambios impactan en países dependientes de los bienes de capital importados y del conocimiento generado fuera de sus fronteras. Las economías en vías de desarrollo, como las Latinoamericanas, se han paulatinamente convertido en socios importantes e impensados -genéricamente hablando- de esta expansión china, ya que si bien el mayor y más intenso comercio con China ha revertido el signo de los términos de intercambio en favor de las economías latinoamericanas, sino que el proceso (que se integra a una mayor presencia de capitales chinos en la región) ha habilitado el comienzo de un debate no menor. Por un lado se enfatiza el grado de dependencia que se genera entre Latinoamérica y esta potencia emergente, así como la eventual re-emergencia de una relación centro-periferia que para muchos se recrea; otros enfatizan el carácter cooperativo de la relación, como corolario de estructuras económicas complementarias, del tipo “win-win”. Sin intención de limitar las miradas del proceso en esas dos posiciones, entiendo que prevalecen. En todo caso, para Latinoamérica recién comienza la discusión.

Notas

  1. China devalúa su moneda en 1994, y desde entonces y hasta mediados de 2005 mantuvo una paridad de 8,4 yuanes por dólar, moviéndose toda esa década a la par de la moneda norteamericana (“peg”). Desde 2005 el Banco Central chino administra una flotación administrada del yuan y ya es una de las monedas que más se ha revaluado frente a la divisa desde entonces, alcanzándose el récord de 6,4 yuanes por dólar en julio de 2011.
  2. En 2007 el gobierno dio luz verde a la Corporación China de Inversiones para que administre -haciendo inversiones afuera de China- parte del total de las reservas en divisas del país, que crecen velozmente. Es una agencia especializada cuyo objetivo es invertir una parte de esas reservas, ya que su volumen es mayor que lo necesario para el motivo esencial: pagos de corto plazo en el comercio internacional y para hacer frente a contingencias.

 

Bibliografía:

Economist Intelligence Unit (www.eiu.com), OCDE (2010, 2011), InterChina Consulting, www.interchinaconsulting.com), Asian Development Bank (ADB), Boston Consulting Group (BCG)

Categorías: Economía Negocios

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