Se prepara el festejo del Año Nuevo
El 1 y 2 de febrero el Barrio Chino festeja el arribo de un nuevo año para su comunidad. La revista Siete Días publicó una nota en la que detalla “qué se verá en esta celebración que arrancó en los ochenta y el año pasado convocó a 350 mil personas”.
“El año nuevo chino se festeja con superpoblación incluida”, fue la broma más escuchada alrededor de los de los que asistieron el año pasado al comienzo del año de la serpiente. El chiste reflejaba una impresión bastante acertada. Con 350 mil asistentes, el año de la serpiente se coronó como el festejo con más público en toda la historia de las celebraciones orientales en nuestro país. Más de un cuarto de millón de personas recorrieron las Barrancas de Belgrano, a pocas cuadras del China Town porteño, llevando consigo bebidas, helados y comidas de la comunidad. El 2013 reflejó el pico máximo -al menos hasta el día de hoy– del crecimiento sostenido que la celebración viene teniendo hace ocho años.
Para los más observadores se volvió ineludible un fenómeno muy reciente, el de la agilización del intercambio entre la cultura oriental y la nacional, un desafío enorme para ambas, que muchas veces se miran como si vivieran en planetas diferentes. Liliana Kuo, parte fundamental del comité de organización, armado por la empresa Muralla de Oro, comprende que el festejo, que se realizará durante todo el día el próximo fin de semana (1 y 2 de febrero) para dar comienzo al Año del Caballo, implica una celebración doble: la que convoca formalmente la llegada del año 4712 y otra más sutil: la que refleja integración cultural y la influencia mutua. “Al igual que el arco de entrada y los leones que inauguran el barrio, esta fiesta es una donación de la comunidad china para agasajar a la Argentina: nosotros armamos la fiesta en agradecimiento a este país que nos dio tanto”, resume emocionada.
Liliana llegó de Taiwán a los seis años. Hoy es arquitecta egresada de la Universidad de Buenos Aires y una pieza esencial de la coordinación de las actividades culturales de la comunidad. Liliana explica que no fue fácil lograr la continuidad de la celebración a pesar de que se viene intentando desde la década del ´80. “Fue difícil organizarnos porque durante mucho tiempo tuvimos que concentrarnos en sobrevivir, en abrirnos paso a vidas dignas y pasar las durísimas barrera idiomática y cultural que nos separa”, explica.
Para “Lili”, el éxito en la convocatoria, es una señal clara de que la integración está sucediendo y que ambas culturas se están celebrando mutuamente. “Ahora que ya somos varias generaciones las que vivimos en el país, podemos asegurar que estamos lo suficientemente integrados como para empezar a celebrar en serio y a ocuparnos de la difusión cultural”, advierte. Por eso, es que, para Lili y el equipo de organización, y especialmente para Juan y Ana, los principales inversores del festejo, esto no es un negocio sino un evento educativo que ayudará a la convivencia en el futuro.
Germán Bermúdez es uno de los maestros de Artes Marciales más respetados y enseña también la danza del dragón y del león, bailes de la buena energía y los buenos augurios. Él coordina los talleres de enseñanza y toma de ahí a los diez mejores alumnos, quienes tendrán el honor de darle vida al enorme dragón danzante, que correrá por las calles y entrará a cada local a fin de ahuyentar los malos espíritus y estimular la entrada de los buenos. La gente intentará tocarlo para llevarse consigo toda la suerte posible. Bajo el dragón, el símbolo más importante del festejo, sólo habrá argentinos.
Para Germán, quien es descendiente de europeos, ésa es la señal más fuerte de la intención oriental de compartir. “Los alumnos de artes marciales y artes milenarios, nos acercamos a la cultura china en búsqueda de disciplina. Ellos en cambio, se acercan a nosotros en búsqueda de la espontaneidad y la desestructura que no conocen”, explica. Pero probablemente la vía de acceso más rápida hacia el corazón de los argentinos sea el estómago: la producción de comida se duplicará ese día. Como muchos otros emprendedores gastronómicos, la señora Mei Qin, dueña y cocinera del restaurante “El Cisne Blanco”, utilizará la convocatoria para brindar algunas lecciones de salud y dieta. Entre té de ginseng (“para la energía”), jugos de Lee Chi (“para la presión alta”) y exóticas sopas y salteados (“con muchas vitaminas”) intentará hacer entender a sus comensales algo que a ella le preocupa terriblemente: que los argentinos no entiendan que la comida es la mejor medicina. “Médico no saber”, resume indignada.
Este será el tercer año que el festejo estará a cargo de la compañía Muralla Dorada. Este año, además de la clásica ceremonia del té, concierto de tambores, ópera china y exhibición de caligrafía, habrá números argentinos autóctonos y coqueteos con espectáculos menos tradicionales y más pop. Para concluir, pronostica una posible mudanza festiva en 2015, “cada vez somos más”, concluye con una sonrisa.
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