Chen Kaixian, entrevistado por Dang Dai
En el número 7 de la revista Dang Dai entrevistamos en exclusiva al crítico literario Chen Kaixian, un gran admirador de Jorge Luis Borges y su principal traductor en China. Profesor de la Universidad de Nanjing, es un experto en literatura hispanoamericana y habla en esta nota de los límites y dificultades que se presentan a la hora de pasar textos occidentales a la lengua mandarín. Para hacer una edición seria y de calidad de las obras completas borgeanas –dijo- se tardaría “diez años, debería hacerse investigando, con estudios profundos. De hecho, estoy retraduciendo El otro pues me equivoqué algunas cosas. Y va quedando más larga la traducción que el texto original, por las notas que necesito incluir. Como con El Quijote, debería haber ediciones académicas de Borges”. En Leer más, la entrevista completa
Rodrigo Herrera Bravo, presidente de la Fundación Diálogos Estratégicos, visitó recientemente a Chen y le llevó un ejemplar de Dang Dai con la entrevista.
–Borges Chino
En 2004, durante su viaje a China como primera dama, en la visita presidencial de su esposo, Cristina Fernández de Kirchner conversó con el profesor Chen Kaixian, director de los centros Cervantes y de Estudios Latinoamericanos del Instituto Jinling, Universidad de Nanjing. En 2010, cuando CFK regresó a China ya como presidenta, el profesor Chen se acercó con humildad y no muy seguro de que lo fuera recordar. Por eso se sorprendió cuando la jefa del Estado argentino abrió los brazos y dijo: “¡Borges Chino!” Esa anécdota, que él refirió en una de sus conferencias recientes en Buenos Aires, marca la cercanía y el amor que este crítico literario –como gusta definirse más- y traductor siente por la obra del gran escritor argentino.
Chen proviene de una familia de estudiosos y artistas. Su padre, Chen Jia, se graduó en el colegio Qin Hua de Beijing y luego, en EE.UU., hizo desde la licenciatura hasta el PhD, pasando por Wisconsin, Harvard y Yale. Su madre, Huang Youkui, era cantante de ópera y tuvo un cargo en el Conservatorio Nacional de Música. Estudió en la Universidad de Dongwu y más tarde en Huntington, también en el país norteamericano. Se casaron en Shanghai en 1936. Pocos años después la familia sufriría la invasión japonesa. Y en los años ‘60, los avatares de la Revolución Cultural. Al iniciarse el período de reformas y apertura, Chen se orientó al español y la literatura hispanoamericana y el padre le aconsejó estudiar, de entre un podio de escritores, a Borges. Ahí empezó el romance, que lo llevó a largas estadías de estudio y graduaciones en México, España y Argentina tras esas y otras grandes huellas de letras castellanas. Desde 1984 tuvo diversos cargos en la Universidad de Nanjing, ciudad de su infancia y adolescencia. Hoy, además de dirigir los centros mencionados y formar a cientos de estudiantes chinos en el amor por la literatura de estas tierras, edita la revista Andaduras Quijotescas, en homenaje a su otro gran admirado, Miguel de Cervantes Saavedra.
¿Por qué Borges?, le preguntó Dang Dai en una entrevista exclusiva concretada en la biblioteca de la Fundación Standard Bank, del banco chino ICBC. Además del consejo paterno, Chen dijo haber quedado fascinado por “los juegos intelectuales de su obra, su universo, su condición universal. Borges es un sabio. Fui el primer chino en trabajar sobre sus obras. En 1979-81 lo hice con El libro de arena en el Colegio de México, bajo la tutoría del doctor argentino Carlos Magis”. Borges, sostuvo, “es un escritor de futuro que con esos juegos revela la sabiduría humana; creo que dentro de un siglo tendrá todavía más lectores”.
Entre otros escritos, de la obra borgeana Chen tradujo El otro y los Cuentos escogidos. Sus traducciones son anteriores a que en China se publicaran las Obras Completas, “cuya calidad no garantizo”. Es que, señala, una y otra vez, es “muy difícil y complejo” llevar al chino una obra como la borgeana. Ejemplificó con El otro. “Es un cuento casi autobiográfico, sobre su infancia y un encuentro entre dos Borges. El otro quiere decir el joven Borges, y ambos se encuentran en dos sitios al mismo tiempo. Es interesantísimo pero debe analizarse e incluir citas explicativas, qué ocurre, cómo aparece su infancia en el recuerdo. Si no, el lector, incluso un joven argentino, ¿lo entiende? ¿Cómo entonces podría un chino?”.
La traducción, prescribe, es “a veces explicar y no traducir al pie de la letra”. Refirió que en La muralla y los libros, de Otras inquisiciones, Borges habla del primer emperador Shih e incluye dos veces la palabra Huang Ti, que puede aludir al propio emperador o a un personaje mitológico de la historia china, un antepasado muy famoso del pueblo chino, del cual de hecho aquel emperador tomó el nombre. No es un error, pues las palabras, en pinyin, son iguales, pero en ideogramas chinos tienen dos sentidos distintos, aunque se pronuncien igual. Por eso, insiste, hacen faltan notas en este caso para el lector argentino. Lo mismo corre para los chinos.
Una vez, contó, escribió el prefacio de El beso de la mujer araña, de Manuel Puig. “El traductor de esa novela –señaló- ya había completado su trabajo, pero cuando leyó mi prólogo me dijo: ‘Oh, de eso trataba la novela’. ¡No la había entendido! ¡No había captado la idea de ese romance entre un revolucionario y un homosexual que están presos!”.
¿Pero no basta una buena traducción, sin notas, para recrear un relato en otra lengua? Gran parte del diálogo con Chen giró sobre esa, para él, cuasi imposibilidad.
Para hacer una edición seria y de calidad de las obras completas borgeanas se tardaría “diez años, debería hacerse investigando, con estudios profundos. De hecho, estoy retraduciendo El otro pues me equivoqué algunas cosas. Y va quedando más larga la traducción que el texto original, por las notas que necesito incluir. Como con El Quijote, debería haber ediciones académicas de Borges”.
-En los poemas, ¿cómo se hace con la musicalidad, los endecasílabos?
Eso es intraducible, es muy complicado. Aun así hay poemas de Borges traducidas al chino. Y en cuanto a su narrativa, sean cuentos o ensayos, hay al menos diez traductores de Borges al chino actual.
-¿Cómo traducir “forastero agauchado” (El Aleph) o “triste compadrito” (El muerto)?
-Es otra dificultad, depende del traductor, de su nivel cultural, y es otro caso donde se necesitaría introducir citas explicativas. En una edición cuidada, cuando por ejemplo aparece alguna referencia a un nombre histórico, como puede ser Schopenhauer, habría que aclarar quién es y algunas de sus obras. En el caso de Borges, el lunfardo reclama citas. Traducir a Borges no es difícil por la gramática o las palabras, sino por su criterio, sus ideas, su universo. ¡El lenguaje de Maradona es más difícil, tiene el tono específico, el nivel de una capa social muy ajena a lo formal! (Chen es traductor de Soy el Diego de la gente). Para traducirlo debí hablar con muchos argentinos y a veces hasta ellos no entendían. En Borges la dificultad pasa por el sentido de lo que escribe, no por cómo escribe”.
-¿Quiénes leen a Borges en China?
-Principalmente escritores. Borges tiene ese renombre de escritor de escritores o para escritores. Por eso lo leen. También jóvenes intelectuales. Igual que en otros países occidentales.
Sueños quijotescos
El amor por Cervantes es otro tópico de Chen. No sólo su revista universitaria alude al Quijote, sino también su portal de internet: quijotito.com. Chen tradujo Novelas ejemplares (acaso, dijo, el trabajo que más disfrutó) y su proyecto “Sobre Cervantes” fue incluido en el programa de investigaciones de la Academia de Ciencias Sociales de China en 1993. En sus conferencias en Buenos Aires habló de los combates contra los molinos de viento como la lucha por un “ideal de justicia e igualdad”.
También traductor de autores como, entre otros, Isabel Allende (De amor y de sombra, otra novela cuya traducción dijo haber disfrutado mucho) o Federico García Lorca (Bodas de sangre) y crítico literario de obras de Octavio Paz, Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez, Chen Kaixian explicó que la traducción de obras occidentales al chino comenzó en la década de 1980. Antes la cultura china era muy cerrada al extranjero y en su primera oleada de apertura se tradujeron varias obras del llamado boom latinoamericano. Pero como China no adhirió a las normas internacionales de derechos de autor hasta mucho después, la mayoría de esas ediciones eran piratas y malas. Un caso famoso fue Cien años de soledad, cuya traducción no autorizada enojó tanto a García Márquez que su primera visita a China fue sólo como turista, tras rechazar invitaciones oficiales. Recién en 2011, el libro más famoso del colombiano apareció en chino con gran éxito.
En China, no hay una escuela de traductores, sino estilos, pero dos condiciones son requisito esencial, afirmó: conocer bien la lengua materna y la que va a traducir. De acuerdo con Chen, “ningún extranjero puede escribir bien chino, como un escolar chino. En español no es tan así, ¡creo escribir mejor que escolares o hasta universitarios de habla hispana! Pero chino es muy difícil: a veces en mi país veo errores en los letreros”.
Volviendo a Borges, ¿cuánto conocía la literatura china?
“Hay –indicó- muchos elementos chinos en su obra. En El libro de los seres imaginarios, escrito en colaboración con Margarita Guerrero, menciona al dragón, al ave fénix, al unicornio, pareciera conocer mejor que los chinos porque leyó mucho sobre eso, nosotros no tanto. Cuando lo leí debí usar mucho el diccionario chino. También tomó elementos chinos para dar un ambiente fantástico, mencionando tal o cual enciclopedia digamos en la dinastía Ming, para armar un misterio”.
-Y en El jardín de Senderos que se bifurcan hay una mención al Sueño en el pabellón rojo, de Cao Xueqin ¿lo recuerda?
-¡Claro! Y lo nombra en chino, Hóng lóu mèng. Se lo dedica su amiga Victoria Ocampo. Fíjense que es un relato sólo aparentemente policial, con un chino que es espía alemán, un sinólogo y crímenes. Pero aprovecha esa historia, ¡ese cuento chino!, para reflexiones filosóficas sobre el laberinto del tiempo y el espacio y para lanzar su teoría literaria. Un rasgo de los posmodernistas del reciente cambio de siglo expresan su criterio literario en sus obras. En Borges, como en Cervantes con Don Quijote, también. Qué adelantado. Borges expresa una teoría en un ensayo: la lectura es la extensión de la creación literaria. Y señala que en su siglo XX ya no existe la originalidad, todo ya está escrito.
-¡Eso es un concepto muy chino!
-Sí, podríamos decir eso.
Referentes y libros chinos
Alguna vez Borges dijo que cada país elige un escritor o representante. Según Chen la idea es curiosa. “Claramente Cervantes es el referente de España, pero no es un hombre típico de la España que le tocó vivir, donde prevalecía la Inquisición. Algo similar podría decirse de Víctor Hugo en Francia o de Shakespeare en Inglaterra. Goethe, decía Borges, está muy lejos del carácter fanático que le atribuía a los alemanes el escritor argentino”. El profesor piensa luego en un famoso escritor de su país, Lu Xun, muerto en 1936. Muchos, dijo, lo ven como un representante de la cultura china, pero era muy crítico de su sociedad, y el pueblo de Zhong Guo es algo más neutral, no es tan crítico ni gusta estar tan cerca de lo oficial. ¿Es Borges un representante cabal de lo argentino? Chen cree que debería serlo, en todo caso no le gusta sea José Hernández y su Martín Fierro, a quien reduce a un “soldado huido” que no reflejaría el “espíritu argentino”. Una idea, con todo, polémica. ¿De qué o de quiénes huía Fierro?
Desde que en 1993 China adhirió a las normas del derecho de autor y la propiedad intelectual, las cosas cambiaron en el mundo editorial del país asiático. Sin embargo, el control que aún ejerce el Estado sobre las posibilidades legales de la publicación es un obstáculo para mayores traducciones y ediciones de obras hispanoamericanas de calidad. “Para legalizar una editorial debe conseguirse una licencia que sólo otorga el Partido. Si no, no hay garantía de que vaya a ser negocio, como lo hubo con García Márquez o con el chileno Roberto Bolaño. Para que sea algo redituable harían falta ediciones de al menos 10 mil ejemplares, y si una editorial no está registrada, no lo consigue así nomás”, explicó Chen. Y agrega otro dato financiero: un intérprete básico, para un turista o un ejecutivo que no necesita nada muy sofisticado en la interpretación, gana 100 dólares al día. Y por traducir un libro de unos 200 mil caracteres chinos, apenas 2.000 dólares, lo que lleva bastante más de 20 días. “Siendo no tan bien remunerada, y difícil tarea, ¿para qué hacerla?“. Quizá por eso, la cantidad de traductores en China bajó estos años.
-Hablemos de lo inverso, de las traducciones al español de obras clásicas chinas. ¿Leyó, por ejemplo, a Confucio o a Lao Tsé en español?
-¡No me animo!, se ríe. Me pasaría como con las Obras Completas de Borges traducidas al chino cuya calidad no garantizo.
Chen también en esos casos entiende que deberían ser traducciones explicadas, y en Chino moderno.
-¿Qué autores chinos recomendaría para el público argentino?
-Fuera de China se habla mucho del I Ching, diría que demasiado. Borges escribió un ensayo sobre la poesía gauchesca y decía que se exageraba más que los propios trovadores. Eso pasa ahora con obras clásicas chinas en el exterior, como el I Ching. Tiene reflexiones sobre la vida y el mundo, pero no es tan influyente en los chinos, tiene muchos elementos supersticiosos. Hace poco hablé con una norteamericana que quería dar una conferencia sobre el I Ching… ¡en China!
-¿Y el reciente Premio Nobel, Mo Yan?
-Sí, es muy conocido. Algo muy bueno de él y poco difundido fue su discurso reciente en Japón, que sacó chispas y fue mucho más abierto que el que ofreció al recibir el Nobel. Hoy con Internet, correos electrónicos y demás estamos con una sociedad china más abierta y activa, más de lo que se cree. Por supuesto los controles siguen, pero podemos leer y acceder a textos que no aparecen publicados. Pero volviendo a libros y autores chinos, hay muchos modernos, sin embargo los argentinos también pueden leer clásicos como las historias del Rey Mono, personaje de historia popular –llevado al cine y la historieta- del épico Viaje al Oeste, durante la dinastía Tang. O clásicos sobre las rebeliones campesinas en las épocas dinásticas. Incluso podría haber también una buena traducción de Hóng lóu mèng, que ya mencionamos, o clásicos de literatura infantil.
Antes de despedirse de Dang Dai, el profesor Chen Kaixian volvió a reflexionar sobre los límites de la traducción. “Debemos tener un profundo conocimiento de las culturas para poder acercarnos más. Hasta para hacer mejores y más duraderos negocios ahora que chinos y argentinos tenemos una relación tan estrecha”.
Chen contó entonces que una vez asistió a una conferencia de Mario Vargas Llosa en la Universidad de Shanghai y que el escritor peruano habló mucho con “doble sentido”, con “humor. Sé que muy pocos de mis colegas entendieron sus críticas al gobierno chino pues sabiendo que no podía hacerlas abiertamente usó formas zigzagueantes, un doble sentido propio de los latinoamericanos”.
El profesor dijo que siempre destaca ante sus alumnos la importancia de conocer la cultura, a la cual define como “el alma de una lengua”. Cultura, advierte, en su sentido más amplio, la política, la economía, el arte, la literatura, todo. “Los otro días me enteré del chiste uruguayo: ‘Esta vieja es peor que el tuerto’. Inclusive hicieron la canción por internet y se escuchó mucho en mi país. Pero, ¿cuántos chinos entendieron de qué se hablaba?”.
PUBLICAR COMENTARIOS