Urbanización, un recurso efectivo contra la pobreza
Mercedes Giuffré (de la Universidad Nacional de Mar del Plata) escribe en Dang Dai sobre la urbanización en China –extendido a nuevas ciudades- y el impacto de ese proceso en la lucha contra la pobreza, uno de los cinco objetivos fundamentales del gobierno asiático. También da cuenta del impacto global de esos movimientos en el país más poblado del planeta.
–Urbanización en China: Efectivo recurso contra la pobreza
Por Mag. Mercedes S. Giuffré
Se advierte una desaceleración de la economía China fundamentalmente vinculada a las exportaciones. Sin embargo, los chinos ya hace años, anticipándose a la crisis, comenzaron a mirar hacia adentro de su sociedad: desarrollaron su clase media, ahora la más pujante del mundo, y comenzaron la mudanza, muchas veces forzada, del campo a nuevas ciudades. La decisión china para mover rápidamente 250 millones de personas del campo a la ciudad, continúa sin tregua. Alrededor de la mitad de habitantes de la China profunda y poco conocida, aproximadamente 600 millones de personas sobre 1.3 billones, todavía vive en zonas rurales y son muy pobres. En otras palabras, la estrategia de China para estos 600 millones de personas que viven en la pobreza rural, es mudarlas a zonas urbanas. De hecho, en las últimas tres décadas, China ha sacado más gente de la pobreza que cualquier otro país en la tierra y esto estuvo vinculado a la migración del campo a la ciudad. La lucha contra la pobreza a través de la urbanización, permanece entre los 5 objetivos fundamentales de los líderes chinos.
Esa migración masiva y la estrategia de urbanización que alimenta a ambos, tiene implicancias globales. La estrategia es “construyamos, y ellos vendrán”. Los gobiernos centrales y locales han estado invirtiendo en infraestructura, viviendas y bienes raíces comerciales. El objetivo es emplear en la construcción mucha mano de obra y a su vez crear viviendas urbanas para acomodar a esa misma mano de obra. Luego viene la infraestructura, fábricas, comercios, servicios, en una cadena que se retroalimenta. .
“Construyamos, y ellos vendrán”, funcionó excelentemente en la costa de China, en las últimas tres décadas. Viejas ciudades como Shanghai y Guangzhou y nuevas ciudades como Shenzhen, atrajeron a cientos de millones de migrantes del interior. Esas masas móviles se convirtieron en los motores de las exportaciones chinas.
Ahora el objetivo está en ciudades interiores como Chengdu, Chongqing, Wuhan y Xi’an y docenas de menos conocida. Sólo el año pasado, China ha inyectado más de 300 mil millones de yuanes de inversión en activos fijos — la mayoría de ella en provincias del interior, empleando a migrantes rurales. Sin embargo, la gran preocupación ahora es que este sistema basado en la construcción provoca rechazos. Se han producido múltiples protestas; desde Confucio, el concepto de posesión de tierra en China, está ancestralmente inserto en su idiosincrasia y a muchos agricultores en las afueras de las ciudades chinas se les ha quitado su terreno por la fuerza, para dar paso a proyectos de construcción.
Esta innumerable masa de nuevos proyectos, apunta tanto a enormes edificios de más de 50 pisos, como a barrios privados muy exclusivos, que superan ampliamente a Nordelta en servicios y calidad.
China central tiene potencial exportador, pero las ciudades interiores tienen difícil acceso a los mercados globales y a su vez no están acostumbradas a vincularse ágilmente con empresas extranjeras. Si la producción manufacturera no va al interior, los trabajadores de la construcción deberían regresar a sus granjas o permanecer como desempleados urbanos. La idea de un alto desempleo en centros urbanos, es algo que los líderes políticos de China no pueden permitirse. Su peso demográfico, y mantener al país estable en todo aspecto, les obliga a planificar a 10 años vista, y a evitar todo tipo de confrontación exterior, algo que le cuesta comprender a los EEUU.
Esto exige transparencia. China está haciendo un enorme esfuerzo para combatir la corrupción, esfuerzo que incluye aplicar la pena de muerte. Muchos de los proyectos de construcción tienen maneras poco explicitadas de cómo generarán ingresos para pagar la inversión realizada por bancos estatales e inversionistas privados. Standard and Chartered Bank estima que los gobiernos locales han acumulado 1,4 billones de yuanes en créditos morosos
Para que la estrategia funcione, será fundamental que China no vea la urbanización como un fin en y de sí mismo. En cambio, tendrá que perseguir un crecimiento económico sostenible. Esto significa confiar menos en proyectos de construcción dirigidos por el estado, y más en lograr que los ciudadanos chinos gasten más y creen demanda. El enorme crecimiento de su potente clase media indica que van por el buen camino; su tasa de crecimiento hace décadas que no baja del 7,5 por ciento anual.
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