El futuro se muda a China

13 agosto, 2013

Un artículo de la agencia AP publicado por CNN explica que en apenas cinco años China superó a los Estados Unidos como el principal socio comercial de muchos países. “En 2006, Estados Unidos era el principal socio comercial de 127 naciones, comparado con 70 para China. El año pasado la situación fue al revés: China tenía 124 y Estados Unidos 76”.


Shin Cheol-su ya no cree que su futuro está en Estados Unidos.

El empresario surcoreano llevaba una década suministrando partes y repuestos para las empresas automotrices estadounidenses, pero este año se mudó de Detroit con su familia y regresó a Corea para concentrarse en hacer negocios con la nueva potencia económica mundial: China.

En apenas cinco años este país asiático ha superado a la nación norteamericana como el principal socio comercial de muchos países, incluyendo aliados de la Unión Americana, como Corea del Sur y Australia, de acuerdo con un análisis de la agencia de noticias AP.

En 2006, Estados Unidos era el principal socio comercial de 127 naciones, comparado con 70 para China. El año pasado la situación fue al revés: China tenía 124 y Estados Unidos 76.

En la más abrupta transformación histórica desde la Segunda Guerra Mundial, la tendencia toca los negocios con empresas que van desde África a Arizona, a medida que agricultores chinos cultivan soya para enviar a China y niños asiáticos aprenden a hablar Mandarín.

El análisis demuestra lo rápido que ha surgido China para retar a la hegemonía estadounidense en el comercio mundial, un cambio que gradualmente se está convirtiendo en influencia política. La influencia de China está en auge, no sólo en Asia sino también en África y cada vez más en Latinoamérica.

Crecimiento al 8%

A pesar de que la economía china se ha desacelerado últimamente, su porción de la producción económica y el comercio mundial está en auge, al punto que se estima que crecerá 8% anualmente en la década que viene, mucho más que Estados Unidos y Europa. Tal crecimiento podría fortalecer la posición de la nueva camada de dirigentes chinos, aunque está generando roces con países vecinos.

El año pasado, la mitad de las ventas de la empresa de Shin, ENA Industry (de artefactos de plástico y goma) fueron a fábricas de Estados Unidos.

Sin embargo, sus pronósticos indican que China, que superó a Estados Unidos como el mayor mercado automotriz del mundo en 2009, se quintuplicará hasta abarcar el 30% de su mercado para 2015. Tanto Shin como sus hijos están estudiando mandarín.

“Estados Unidos es un tigre de papel. Nadie puede negar que China es la que está en auge”, afirma Shin desde su oficina, donde las paredes están cubiertas de libros sobre el país asiático.

El comercio es como un juego de futbol: el balance de importaciones y exportaciones es como el tablero de resultados y refleja las medidas que componen la economía en general, y ambos equipos de vez en cuando se acusan de hacer trampa. Además, China y Estados Unidos son rivales, pero a la vez socios: uno no puede jugar sin el otro, y si ambos rinden bien se beneficia la liga entera.

Si bien es verdad que el comercio genera menos titulares que los asuntos militares o la diplomacia, es el comercio el que genera empleo y mejora los niveles de vida.

El comercio también puede ser usado como poder político. Como dicen los dueños de negocios: el cliente siempre tiene la razón. Los gobiernos les hacen caso a los países que adquieren sus bienes, y la amenaza de dejar de comprar productos es una de las armas diplomáticas más potentes.

China no ha usado mucho su poder político en tiempos recientes, pero empieza a actuar enérgicamente en disputas sobre comercio, política cambiaria y cambio climático.

Estados Unidos sigue siendo el principal importador del mundo, pero China le está alcanzando. En 2011 superó al país norteamericano como mercado en 77 países, comparado con 20 en el 2000, según el análisis de la AP.

La agencia de noticias usó datos del Fondo Monetario Internacional para medir la importancia del comercio con China para unos 180 países y cómo ello evoluciona con el tiempo. El análisis determina una cifra dividiendo el comercio con China de un país por su Producto Interno Bruto (PIB).

La imagen que se presenta es la de China en pronunciado auge, y no tanto de un declive de Estados Unidos.

En 2002, en promedio, el comercio con China comprendía el 3% de un país comparado con 8.7% del comercio con Estados Unidos.

Pero China igualó la cifra y la superó en 2008. El año pasado, el comercio con China comprendía en promedio el 12.4% del PIB de un país, una cifra mayor a la de Estados Unidos en cualquiera de los últimos 30 años.

No todo el comercio es igual

Las exportaciones de China son mayormente productos de menor utilidad y materias primas, mientras que Estados Unidos es más competitivo en productos tecnológicos o elaborados.

Además, a pesar de que las compañías chinas invierten en otros países y contratan a miles de empleados extranjeros, están rezagadas con respecto a las compañías estadounidenses en cuanto a innovación y a la capacidad de forjar alianzas.

La competitividad de China se basa en sus bajos costos y mano de obra barata, mientras que en Estados Unidos la ventaja radica en la innovación en la elaboración de vehículos, naves aéreas, computadoras, medicina, municiones, finanzas y farmacéuticas. Los chinos nunca han construido un vehículo que sea mejor que los estadounidenses en cuanto a estándares ambientales y de ahorro de gasolina.

Y Estados Unidos sigue siendo el país que más comercio realiza, pero no por mucho. Si la tendencia actual continúa, China lo superará este año, una hazaña notable para ese país en el que, hace apenas 30 años, la persona común jamás había siquiera usado un teléfono.

“El centro de gravedad para la economía mundial se ha trasladado al este. Yo diría que no ha habido nada comparable en los últimos 50 años”, comenta Mauricio Cárdenas, ministro de hacienda de Colombia.

Como la mayoría de los países de Latinoamérica, Colombia tiene vínculos comerciales principalmente con Estados Unidos, pero su comercio con Pekín ha aumentado de casi cero a 2.5% del PIB, un incremento de más de 10 veces comparado con 2001.

En cierto sentido, la creciente participación de China en el comercio mundial es simplemente la restauración de su dominio histórico. China fue la principal economía del planeta durante siglos hasta aproximadamente el XVIII, cuando Europa y Estados Unidos pasaron al liderazgo gracias a la Revolución Industrial.

China comenzó a cobrar importancia en el escenario económico mundial en los  90 como fabricante de productos baratos, como camisetas y juguetes. Obligó a las fábricas de otros países a cortar sus gastos a fin de igualar sus precios, o de lo contrario quedaban fuera de la competencia.

A medida que el nuevo milenio nacía, Estados Unidos seguía siendo la principal potencia comercial del mundo, cuya competencia principal era la Unión Europea, pero no un país por sí solo.

Sin embargo, entre 2000 y 2008, las importaciones de China aumentaron 403% y sus exportaciones 474%, impulsadas en parte a su ingreso en la Organización Mundial del Comercio y sus gestiones para producir bienes de mayor calidad.

La vertiginosa demanda china de petróleo y materias primas impulsó la producción de países de Asia, África y Latinoamérica. La demanda china para el acero para su manufactura y construcción aumentó tan rápidamente que sus plantas procesadores hoy en día consumen la mitad de la producción mundial de mineral de acero.

Zambia, un importante exportador de cobre, pasó a preferir a China en 2000. Australia, exportador de carbón y mineral de hierro, hizo lo mismo en 2005. Chile, otro importante exportador de cobre, hizo lo mismo en 2009.

Las exportaciones se dispararon a medida que Apple, Samsung, Nokia y otras empresas electrónicas mudaron sus plantas de ensamblaje a China.

Los envíos de teléfonos celulares, televisoras de pantalla plana y computadoras personales se septuplicaron en la década pasada a 500,000 millones de dólares.

Eso convirtió a China en un importante consumidor de artefactos de alta tecnología ofrecidos por países tales como Corea del Sur, que pasó a las preferencias de China en 2003, seguida por Malasia en 2007.

En Estados Unidos, la empresa SBE, con sede en Vermont, empezó a exportar capacitadores  (artefactos de almacenamiento de energía usados en computadoras, vehículos híbridos y turbinas) en 2006. La empresa hoy en día percibe entre el 15% y el 20% de sus ganancias de China.

Más prosperidad, más gasto

Los chinos empezaron a comer más carne de cerdo, pollo frito y hamburguesas, con lo que aumentó súbitamente la demanda por granos de soya para la elaboración de aceite de cocina, y por alimentos para puercos y ganado. Algunos productores de ganado en Latinoamérica convirtieron sus campos de pastoreo en campos de soya, a pesar de que en sus países son pocas las personas que lo consumen.

Las exportaciones de soya impulsaron a Brasil a la influencia de China en 2010, y llevaron a China a casi empatar con Estados Unidos como el principal socio comercial de Argentina.

En el estado brasileño de Mato Grosso, a unos 17,000 kilómetros de Beijing, el agricultor Agenor Vicente Pelissa y su familia crían ganado y cosechan soya en una granja de 22,000 hectáreas, un área dos veces el tamaño de Manhattan. La mitad de su cosecha de soya, de 21,000 toneladas, va a China.

Incluso en Estados Unidos, más conocida por la manufactura, los agricultores están ansiosos por venderle a China.

Estados Unidos es el mayor exportador de granos de soya a China, seguido por Brasil y Argentina. Las compras chinas de soya estadounidense han aumento de casi nada hace 20 años a casi una cuarta parte del total: 24 millones de toneladas por un valor de 12,100 millones, siendo la principal exportación estadounidense al gigante asiático.

La fortaleza de sus exportaciones

Fue la crisis financiera mundial de 2008 la que realmente demostró la capacidad de resistencia de las exportaciones chinas.

La recesión afectó a todo el mundo, pero a China no tanto, comparado con otros grandes actores del comercio mundial como Estados Unidos o Alemania.

China tiene una mayor actividad comercial con países en desarrollo que no estuvieron tan afectados y que se recuperaron más ágilmente, mientras que Estados Unidos mayoritariamente le vende sus productos a economías más desarrolladas que quedaron más golpeadas.

Las empresas chinas han aumentado sus exportaciones en 7% este año a pesar de la anémica economía mundial.

Durante la recesión, Shin, el fabricante de autopartes surcoreano, sufrió una caída del 50% de sus ventas. Suspendió una de sus líneas de producción y los bancos dejaron de prestarle dinero.

Pero la industria automotriz de China siguió adelante. Por lo tanto contrató un empleado en China y tiene planes de abrir una fábrica allí. En un viaje de negocios a Alemania, los clientes le dijeron que sus fábricas en China serán más grandes que las que tienen en sus países de origen.

Padres como Shin, que trabajan para empresas que hacen negocios con China, al mismo tiempo impulsan el número de alumnos en escuelas como Teacher Ching, un kínder de habla china en Seúl.

Nancy Ching, hija de inmigrantes taiwaneses, inauguró la escuela con 15 alumnos en 2004, el mismo año en que Corea del Sur pasó a ser más socio comercial de China que de Estados Unidos. Hoy en día la cantidad de alumnos ha ascendido a 60.

“Las madres que nos envían a sus hijos creen que la generación del futuro es la generación de China. En el futuro, el que no sepa hablar en chino no podrá obtener un empleo”, dice Ching en coreano pero con acento chino.

China empezó a resurgir en los últimos dos años. Incluso con las economías occidentales en crisis, las exportaciones han aumentado 58% desde 2009. Las importaciones han aumentado 73%.

El aumento de los ingresos ha impulsado la demanda por vinos y otros bienes de lujo, por lo que China se ha vuelto una fuente de ingresos para los viñedos de Estados Unidos y Europa.

Servicios e inversiones, el siguiente nivel

El próximo paso en la evolución comercial de China es que deje de exportar productos baratos y comience a vender servicios e inversiones.

La tendencia hacia las inversiones comenzó con compañías estatales que compraban participaciones en minas o campos petroleros en el extranjero. Otras empresas chinas, ya sean privadas o más pequeñas, hicieron lo mismo, adquiriendo entidades extranjeras a fin de ganarse una parte de los mercados de ultramar, ganar más acceso a recursos y a nuevas tecnologías para desarrollarlos.

China actualmente incursiona en los sectores de construcción e ingeniería, “feudos” hasta ahora dominados por Estados Unidos y Europa.

En Argelia, compañías estatales chinas le ganaron a empresas francesas y alemanas y obtuvieron licitaciones para construir una carretera nacional a un costo de 12,000 millones de dólares, además de construir la Gran Mezquita de Argelia por 1,300 millones.

Los chinos también han construido carreteras, represas y otros proyectos en países en desarrollo y han comenzado a recibir ofertas de Estados Unidos y Europa.

En una carretera nueva de 50 kilómetros de largo que va al norte de Nairobi, la capital de Kenia, el asfalto abarca entre seis y ocho canales.

La vía fue construida a un costo de 300 millones de dólares por tres empresas chinas y financiada por el Banco de Desarrollo de África, y el Export-Import Bank de China. Gracias a esa vía, un viaje que hace unos meses tardaba horas hoy tarda apenas 10 minutos, asegura Joseph Makori, un automovilista profesional.

Las empresas chinas empiezan a obtener contratos en Kenia, cuyos puertos sirven de salida al mar para países como Uganda, Sudán del Sur y Ruanda. Los gobiernos de África están ansiosos por colaborar con China porque sus negocios no dependen de la situación de derechos humanos o de la democracia, enfatiza Stephen Mutoro, secretario general de la Federación de Asuntos de Consumo de Kenia.

“China parece tener un plan a largo plazo basado en incrementar sus intereses comerciales y dejando con menos prioridad las cuestiones relativas al sistema de Gobierno”, declara Mutoro.

La experiencia del Congo podría presagiar una estrategia más compleja que China estaría elaborando para los mercados africanos. En 2008, los dos gobiernos firmaron un acuerdo por 9,000 millones de dólares para construir 177 hospitales y centros médicos, dos represas hidroeléctricas y carreteras y autopistas de miles de kilómetros de largo. A cambio, el Congo deberá suministrar 10.6 millones de toneladas de cobre y 600,000 toneladas de cobalto.

El pacto fue luego reducido a 6,000 millones de dólares a petición del Fondo Monetario Internacional, que considesó que el Congo estaba endeudándose demasiado.

Las inversiones de China en el exterior ascendieron el año pasado a 67,600 millones de dólares, apenas una sexta parte de los 400,000 millones que invirtió Estados Unidos, pero podría ascender a 2 billones para 2020, según cálculos del Rhodium Group, una empresa de investigaciones en Nueva York.

Como resultado, las empresas chinas están exportando algo novedoso: empleos.

Los empleados de Volvo quedaron consternados luego de que la empresa fuera comprada por la automotriz china Geely Holdings en 2010, pero dos años más tarde, en vez de trasladar sus empleos a China, Geely ha ampliado la nómina de Volvo en Europa de 19,500 a aproximadamente 21,500.

Filiales de empresas chinas en Estados Unidos abarcan unos 27,000 puestos de empleo, comparado con menos de 10,000 hace cinco años, indica Rhodium.

En Goodyear, Arizona, por ejemplo, Stacey Rassas fue despedido en mayo de 2010 tras 16 años como ingeniero de control de calidad para fábricas de aluminio y de equipos aeronáuticos. Para fines de año, ella y su esposo temían perder la vivienda.

Finalmente consiguió un trabajo en una fábrica nueva que elabora paneles de energía solar para uno de los principales creadores de esos equipos.

Su nuevo empleador es Suntech Power Holdings. Exacto: una empresa china.

La nota en CNN
Categorías: Economía Negocios

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