Teresa Yuan en Perfil
En una nota de Paulina Maldonado, la psicoanalista Teresa Yuan explica que “el psicoanálisis es la nueva revolución en China. Y está generando experiencias valiosísimas. De acuerdo a sus tradiciones y valores culturales, durante siglos las problemáticas personales sólo se hablaban en el seno de la familia. Todo quedaba en secreto, entre cuatro paredes. Analizarse es precisamente la posibilidad de hablar de tu vida con un extraño. Para los chinos, el psicoanálisis es una liberación”.
Teresa Yuan habla entusiasmada de las posibilidades del desarrollo de las prácticas de Freud en tierras de Mao. Esta psicóloga argentina, hija de padre chino y madre sirio libanesa, formada en la UBA y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, es desde 1995 una de las más fervientes exportadoras del psicoanálisis a China.
Ya realizó más de treinta viajes a ese país y atiende vía skype a un grupo de supervisión psicoanalítica, una vez por mes. Desde su consultorio de Barrio Norte, analiza junto a ellos los casos clínicos que le presentan.
“Hoy en China hay una gran demanda de prácticas psicológicas. Se produjo un profundo cambio en la sociedad. Todo cambio va acompañado de crisis en los valores culturales, y eso genera conflictos. Las nuevas generaciones reciben todo lo que viene de Occidente y las viejas generaciones lo ven con malos ojos. Si bien la espina vertebral de la cultura china se mantiene, ha sufrido intensos sacudones”, explica.
Como miembro de la Asociación Psicoanalítica Internacional, Yuan trabajó en el Instituto de Psiquiatría de la Universidad de Beijing, en la Universidad de Shanghai y en el Hospital Psiquiátrico de Anding como asesora. En todos los casos con experiencias muy positivas. “En China conviven sin dogmatismos el budismo, el taoísmo y el confucionismo. Lo mismo sucede con el psicoanálisis. Entienden que la práctica psicoanalítica no es una religión ni una filosofía, es una ciencia. Los chinos cuentan con valores muy arraigados, pero tienen una apertura interior que no tenemos en Occidente”, comenta.
Teresa creció en una casa china en Argentina. No habla con fluidez el idioma, por eso todavía analiza en inglés, pero considera que su biculturalidad es lo que le permite entenderlos mejor. “Desde mi primer viaje, noté que para mí un chino no era un extraño. Era una persona con la que podía tener empatía y captar si estaba angustiado o triste. Los chinos no hablan de sus emociones, es algo que está mal visto, y a los occidentales les cuesta entenderlos”.
En terapia. Yuan explica que conocer la cultura en profundidad es fundamental para poder hacer un buen análisis. Ciertas características diferenciales de China, como la de ser una sociedad de hijos únicos, genera problemáticas particulares e intransferibles. “En mi último viaje atendí a un adolescente que manifestaba mucha angustia y miedo. Había reprobado un examen. El repetía una y otra vez: ‘Yo no soy un niño xiao’. Este término es intraducible, aunque podría explicarse como ‘piedad filial’, un concepto que sintetiza el amor a los padres, el respeto a los mayores. El joven se sentía desvalorizado porque no cumplía con la expectativa de sus padres. En esos casos hay que ser muy cuidadoso. Uno no puede desde la mirada occidental desarmarle esa estructura cultural y decirle esa presión no te sirve”.
Yuan explica que las mujeres son las que más se analizan y nota que la polarización en el estatus económico de los habitantes ha elevado los niveles de angustia y frustración.
También hay problemáticas comunes a Occidente. “La depresión y las crisis de angustia son muy fuertes allá. Las exigencias del tiempo moderno también alcanzan a los chinos. Además, el rol de las mujeres cambió muchísimo: están más liberadas, ya no son las únicas responsables de la crianza. Antes una pareja se casaba y se iba a vivir con sus padres. Hoy un joven matrimonio quiere su casa propia. Esto modifica los roles dentro de la familia, y ha dado paso a un fenómeno inimaginable hace años: las confrontaciones generacionales”.
Yuan se entusiasma por los avances de las prácticas psicoanalíticas en distintos puntos de China. Asegura que sus discípulos manejan a la perfección los principales conceptos psicoanalíticos.
Sin embargo, considera que hasta que no haya profesionales chinos que puedan hacer una traducción más acertada de la obra de Freud y analizar a sus compatriotas en su idioma no se llegará hasta lo profundo del inconsciente. “Todavía hay una resistencia en la sociedad, algunos mantienen la idea de que el que se analiza está loco. Por eso muchos no cuentan que van a terapia. A pesar de eso, el psicoanálisis florece bien, sólido, fuerte. Es como el meihua, la flor nacional, que crece en invierno y aguanta los fríos, los vientos y los temporales”.
La nota en Perfil
PUBLICAR COMENTARIOS