Zhu Da, clásico rebelde
Zhu Da vivió entre 1626 y 1705. Se ha dicho que descendía de una familia de sangre real, de la dinastía Ming, y fue educado en un entorno extremadamente cultivado, en el que su abuelo y su padre ejercían como reputados pintores y calígrafos.
La mayor parte de su obra consiste en espontáneos estudios de la naturaleza en pequeña escala. Sus trazos, que a primera vista parecen libres y casuales, están llenos de vitalidad y poder descriptivo.
Desde los ocho años, comienza a manifestar sus dotes artísticas de un modo excepcional en poesía, caligrafía y grabado. En 1644 la rebelión Manchú y su posterior control político y censura, impuesta por la fuerza, va determinar el desarrollo de Chu Ta que reacciona, frente a la aceptación servil de otros artistas, con la supresión de la palabra. Durante años, no emitirá sonido alguno, comunicándose únicamente con leves gestos y miradas y entregando a aquellos que oralmente se dirigían a él, una octavilla en la que se podía leer la palabra mudo.
La muerte de su padre tras la conquista Manchú, lleva al artista a refugiarse en las montañas, acogido por una comunidad budista. Tras unos primeros momentos en los que sufre ataques de locura, la vida monástica consigue tranquilizar su espíritu atormentado. En 1653 recibe el título de Maestro Budista y se instala en el monte Hung-Ya, donde sus enseñanzas pronto tendrán numerosos seguidores.
Hacia 1661, se aparta del budismo para frecuentar los círculos taoistas, que se caracterizaban en aquel momento por su lucha activa frente al poder manchú, regresando a la vida laica y consagrándose definitivamente al arte. Convertido en celebridad, y habiendo recobrado mas o menos, el uso de la palabra, contrae matrimonio y se instala hacia 1696 en Yang-Chou, centro comercial y artístico por excelencia, donde conseguirá por fin, vivir en equilibrio.
De Zhu Da es de quien se cuenta la anécdota del hombre rico que encargó a un pintor una imagen de dos carpas. La pintura se demoraba inexplicablemente, pero el rico esperó con paciencia, hasta que cumplido el tercer año de no tener respuesta, fue a visitar al artista. Cuando le pidió su pintura, Zhu Da, tomó un pincel cualquiera y con un solo movimiento del brazo trazó un pez maravilloso. El rico le agradeció y preguntó por qué no le había mandado el cuadro antes. Zhu Da, en vez de darle una explicación, fue a un ropero, abrió la puerta y del interior comenzaron a caer miles de pinturas de peces.
Las pinturas de Zhu Da pueden verse en el British Museum, el Freer Gallery of Art, de Washington, D.C. y en el Museum of Fine Arts de Boston.
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