Wang Shu, arquitecto a contramano
No discute la fuerza ni la hegemonía de los enormes proyectos chinos, sino que sean los únicos e ineludibles productos arquitectónicos que su país tiene para ofrecer. Amateur Architecture Studio, la firma que dirige con su esposa, Lu Wenyu, se concentra en cosas como la memoria, el lugar, la artesanía y la identidad, y busca un “sentimiento real entre la gente y la construcción”, así como las formas en que se las puede reconocer en el extraordinario momento que vive China en la actualidad. Lo hace por medio de proyectos como un museo histórico en la ciudad costera de Ningbo, una academia de arte en la ciudad en la que vive, Hagzhou, y el rescate de una calle histórica, Zhongshan, también en Hangzhou.
Wang Shu, que tiene cuarenta y nueve años, es el ganador más reciente del premio Pritzker, la distinción más famosa de mundo en el ámbito de la arquitectura. Fue una de las elecciones más inesperadas del jurado, si bien ya era hora de que se tuviera en cuenta a China –es el primer ciudadano de ese país que obtiene el premio- y, por otra parte, Wang se inscribe en un patrón de decisiones del jurado. Sus integrantes tienden a alternar entre grandes estrellas, tales como Rem, Zaha, Rogers y Foster, y arquitectos reflexivos y dedicados que tienen una estrecha relación con los lugares en que trabajan, como Glenn Murcutt en Australia, Paulo Mendes da Rocha en Brasil y Peter Zumthor en Suiza.
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