¿Y si Dilma, CFK, Correa y Santos fueran juntos a China?
Por Néstor Restivo
En vez de ir un ministro de Comercio o un jefe de Estado latinoamericano a China, ¿podrán ir algún día cinco ministros o cinco presidentes de América Latina juntos? Dicho de otro modo, ¿podrá haber un día una estrategia conjunta de la región, o al menos de una subregión latinoamericana, para dar un salto cualitativo y articular un vínculo más potenciador con el gigante asiático? Este y otros temas sobre el lazo entre Latinoamérica y Asia Pacífico (China en particular) se discutió ayer en una jornada organizada por la Fundación Standard Bank y convocada para evaluar los escenarios del comercio internacional de cara a la próxima reunión que el Grupo de los 20 (del que participan Argentina y China, entre otros países) hará en México, el mes próximo. Las diversas estrategias, la crisis mundial, el estado actual de los flujos de comercio e inversión, la calidad del vínculo con China y otros aspectos fueron analizados por los especialistas Félix Peña, director del Instituto de la Fundación organizadora y anfitrión del evento; Osvaldo Rosales, de la CEPAL; Jean Pierre Lehmann, del Grupo Evian; Welber Barral, del Instituto Rio Branco de Brasil, y Marcel Vaillant, de la Universidad de la República del Uruguay, con la relatoría del consultor Julián Kassum y la presencia de varios especialistas en comercio internacional.
Rosales, director de la División de Comercio Internacional e Integración de la CEPAL, fue quien más foco puso en Asia Pacífico, de donde acababa de llegar. “En siete u ocho años —dijo— su carácter de socio de nuestra región pasó de ser marginal a determinante. De ser número 35 a cuarto socio de Colombia, de 12 a primero en Brasil, de sexto a segundo en Argentina. Probablemente, en 2013 o 2014 desplace a la Unión Europea como segundo socio comercial de toda la región”, afirmó.
Peña desestimó que ese lazo “primarice” nuestras economías, como plantean algunos académicos. Según el experto de la Fundación Standard Bank, para encarar “juntos” una estrategia los países latinoamericanos primero deben “saber lo que quieren. Sería excelente —agregó— trazar políticas conjuntas, pero esa condición depende de que fijen objetivos de hacia dónde van”. Fue luego de que varios comentarios y preguntas al panel pusieran acento en el tema China, aunque la convocatoria de la reunión fuera el G-20. “La relación con China cambiaría si —dijo Rosales—“ alguna vez viajaran varios ministros o presidentes de Latinoamérica juntos al Asia Pacífico”. Peña también señaló que no hay riesgo de primarizar nuestras economías por la relación con el gigante asiático (que obviament demanda recursos naturales) “si se piensa que hay una nueva configuración mundial donde ese encadenamiento con China derramará otras potencialidades en América Latina”.
Lehmann, por su parte, puso énfasis no sólo en la relación con China sino —en Asia Pacífica— con los “chinos de ultramar”, en su opinión un nuevo jugador de peso. “Debemos pensar en redes con ellos”, sostuvo; dato para tener en cuenta si se piensa, como previó Rosales, que a finales de esta década “por primera vez el comercio Sur-Sur superará al que se realiza Norte-Norte”, lo cual revela la extraordinaria transformación que vive la economía global en estos primeros años del siglo XXI.
Rosales reconoció que la soja, el hierro o el cobre son los productos básicos que explican la relación comercial de Latinoamérica (más de Sudamérica) con China, pero “no debemos creer que hay una ‘maldición’ de tener recursos naturales”, como han planteado algunas teorías, “sino cómo aprovecharlos en nuestras cadenas de valor, incorporando servicios, conocimiento, ingeniería, como hicieron países como Australia o Canadá”. Y puso como un ejemplo a Costa Rica. Pero agregó que con China el tema de la escala importa, tras lo cual mencionó esa idea de viajes oficiales y privados conjuntos de Latinoamérica hacia China para conseguir más mercados.
Luego Rosales comparó Latinoamérica (LA) y Asia Pacífica (AP) en varios planos. Allí donde –dijo- en el primero pesa más el impulso de los gobiernos para favorecer la integración, en Asia Pacífico habría más empuje de facto de los mercados. Allá es un fenómeno nuevo y potente desde los años 2000 y en América Latina empezó en los ’60 pero se retrasó. En AP hay “alta integración de la estructura productiva, la ‘fábrica Asia’, y en LA hay bajo grado al respecto”, sostuvo el experto cepaliano. En AP el punto focal es el acuerdo ASEAN más China, Japón y Corea del Sur y en LA “no es aún claro”. Allí hay redes de financiamiento muy fuertes, a diferencia de nuestra región. Hay en AP economías líderes orientadas a la internacionalización y eso está todavía en discusión en América Latina, consideró Rosales. Allí la política industrial y la exportación de manufacturas están en el eje de la política económica y aquí hay más peso de commodities minerales y agropecuarios. En AP hay una explosión de Zonas Económicas Exclusivas intensivas en exportación de productos “high tech” y en LA se orientan a importaciones, y finalmente –puntualizó Rosales- hay más gasto en logística e infraestructura también en favor de Asia Pacífico. “Nuestro regionalismo es poco amigable con las cadenas de valor, pero eso podría empezar a superarse si actuamos más conjuntamente”, insistió el director de la CEPAL. Y dio un ejemplo: cómo las empresas y los bancos chinos invierten en bonos del Tesoro de EEUU porque “no les damos desde Latinoamérica opciones de negocios más grandes como podríamos ofrecer si actuáramos conjuntamente como región, y no unilateralmente cada país”.
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