Marta Fort embiste contra Guillermo Moreno
Un interesante contrapunto sobre la política de importaciones de Argentina se dio ayer en el desayuno mensual de la cámara empresaria Argentina-China, realizado esta vez en el hotel Sheraton Libertador. El economista invitado, el profesor Alejandro Rofman, director de una Maestría en la Universidad Nacional de San Martín y miembro del Plan Fénix de la UBA y de Carta Abierta, defendió el modelo de desarrollo que aplica nuestro país desde 2003 y las bondades del ciclo consumo-inversión-empleo-crecimiento, como “círculo virtuoso”. Luego, consultado por Dang Dai, alentó la alianza estratégica con China. Sin embargo, una de las asistentes, Marta Campa de Fort, presidenta de la alimenticia Felfort, aun defendiendo las políticas de desarrollo nacional criticó las trabas a las importaciones de un insumo básico de uno de sus productos emblemáticos, los muñequitos que vienen en los chocolates Jack, que se traían de China. Carlos Spadone, presidente de la Cámara, intercedió y comentó: “Es cierto que hay algunos problemas, pero le pregunto a la amiga Marta por qué no los fabrica en Argentina”.
Marta Fort, que además de empresaria es embajadora itinerante de la Sede Mundial del Tango y la Cultura, y ha cantado tangos en China, hizo hincapié en un ejemplo concreto de productos que hoy tienen dificultades para ser ingresados en el país. Spadone citó casos de empresas de alta tecnología, que expusieron ayer en el encuentro (ver Los negocios del Sheraton Libertador, Standard Bank, ZKT y Raico), que traen productos de avanzado desarrollo, “difíciles de hacer en Argentina al menos por ahora”, pero en el caso de los muñequitos de plástico que van dentro esos chocolatines abogó porque “se realicen en Argentina”. Justamente ese es uno de los ejes de las políticas de comercio exterior que sigue adelante el gobierno nacional: generar trabajo local. Spadone, aunque criticó algunos “métodos y formas” con los cuales se tomaron esas medidas, dirigidas por el secretario de Comercio Guillermo Moreno, alentó a buscar soluciones en los casos que se vaya pudiendo resolver.
Otro comensal también le gritó a Marta Fort que fabricara en el país, pero desde otra mesa murmuraron por lo bajo si Rofman sólo leía el diario Tiempo Argentino, cuando el catedrático criticó que “la prensa general —no la especializada— ha bajado mucho la calidad de análisis”. Había, como se ve, de todas las opiniones.
Rofman defendió las bases de la política económica kirchnerista porque —dijo dirigiéndose a un público de hombre de negocios— apuntala para los empresarios la posibilidad de colocar bienes y servicios tanto en el mercado interno como el externo, generándoles con ambas claves rentabilidad creciente.”Prácticamente no se conocen cierres o quiebras de empresas estos años debido a problemas de la política económica”, afirmó.
En tal sentido, habló del circuito virtuoso que surge cuando se alienta el consumo, luego la producción, la inversión, el empleo y al cabo el crecimiento, un ciclo que se retroalimenta. Y lo comparó con lo que sucede en los países más afectados con la crisis actual, en especial de Europa, donde se da el proceso inverso: ajuste, caída de consumo, de producción, de empleo, recesión y crisis.
“Si sube el consumo, hay más empleo e inversión, y expectativa de que ambas variables sigan expandiéndose. Si además mejora el salario real, se potencia la demanda y se renueva el proceso para seguir creciendo”, dijo desde una mirada keynesiana de la economía. “Europa hace al revés y así no hay finanzas públicas ni impuestos que alcancen para recrear el crecimiento. Argentina ya padeció las política de ajuste”, recordó.
Si con esa política abierta en 2003 mejoró el mercado interno, en cuanto a las exportaciones mencionó las políticas de tipo cambio competitivo, que “cuadruplicaron las exportaciones en cuatro años”.
Consultado por Dang Dai sobre cómo se articulaba ese modelo de desarrollo con la relación cada vez más estratégica con China (igual que en otros países sudamericanos, que siguen políticas similares a las de Argentina y también tienen en el país asiático a un gran socio) Rofman explicó tres puntos: 1) Aún cuando China crezca algo menos por la crisis, “seguirá necesitando importar alimentos, a riesgo de no provocar crisis sociales, y en el marco del proceso de urbanización que vive. China necesita algunos insumos obligadamente, y Argentina los provee”. 2) “Desde luego Argentina necesitaría agregar más valor a sus exportaciones a China, por ejemplo soja versus aceite de soja ya elaborada, y ahí hay un tema de competencia con China, que quiere lo mismo, no es fácil pero debemos persistir en esa tarea”, y 3) “China debe verse en la perspectiva de ampliación de mercados, y en tal sentido es el mejor socio disponible hoy. En definitiva, no es pecado vender alimentos, sí es pecado venderlos sin valor agregado”.
Luego cuestionó a los economistas agoreros que pronostican desde 2003 hiperinflación, crisis, colapso o megadevaluación. Curiosamente, en el último desayuno de 2011 de la Cámara Argentino China de la Producción, la Industria y el Comercio, el economista invitado fue Carlos Melconian, quien desde su mirada neoliberal dijo todo lo contrario a Rofman (y también fue aplaudido, igual que Rofman) y auguró más crisis. Como quiera que sea, y como sostuvo en la presentación de ayer el director ejecutivo de la entidad, Ernesto Fernández Taboada, la Cámara está abierta a diversas opiniones.
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