En Buenos Aires Elena Chen produjo ocho libros que enseñan el mandarín
“Están en el horno”, dice, con complicidad porteña, Elena Chen, en las oficinas de la Asociación Argentina de Traductores y Profesores de Idioma Chino (ATPIC), ubicadas en la zona céntrica. Ella se refiere a ocho libros que condensan sus veinte años de trabajo alentando el estudio del idioma mandarín. En principio, estarán disponibles sólo para sus alumnos, pero ya se está hablando con diversas editoriales para concretar su anhelo: que el idioma chino deje de ser ese misterio con el que la miran cuando ella va leyendo algún texto chino en un subte de Buenos Aires.
Elena, que enseñaba inglés antes de llegar a la Argentina tiene una enorme facilidad con los idiomas: también su castellano es de alto nivel. Su experiencia le permite asegurar que, a la hora de aprender una lengua, se trata de repetir la manera en que los niños aprenden su propio idioma, desde el primer año de vida hasta los cuatro, en que ya alcanzan capacidad de comunicación: escuchar e imitar. “La tarea del docente es clave para hablarle a los ojos al alumno, hacerlo reaccionar, encaminar la práctica del lenguaje que quieren aprender”.
Los guiños de Elena Chen para que sus alumnos comiencen a frecuentar, con ganas, el idioma mandarín son muchos: uno de ellos es enseñarle recetas. “Más de uno se va de la clase con el deseo de cocinar en un wok”, cuenta.
Ella asegura, además, que en Buenos Aires el interés por el idioma mandarín es cada vez mayor. Y que eso tiene su lógica. “No hay cómo vivir un día sin que algo uses que diga Made in China. Aprender esa cultura no puede venir nada mal”, evalúa, además de precisar que este es un tiempo de alto encuentro entre ambos pueblos. “El intercambio es cada vez mayor. Y si China crece, Argentina también crecerá. Es así. El chino es una persona de palabra. Si te dice que te espera en una esquina, te esperará para siempre. Esto es así: la palabra para un chino tiene peso”, explica.
Tras una clase precisa sobre cómo se evolucionó desde los 181 dialectos en China hasta el actual mandarín, que unificó el lenguaje de 1.300 millones de personas, viene de lograr que un alumno suyo, Federico Fabián Demarco, ganara una competencia que selecciona a tres alumnos de Argentina y se los premia con un viaje a China. Para entrenarlo, Elena Chen diseñó una creativa puesta en escena: lo hizo cantar mandarín en hip hop mientras el joven elaboraba posturas de Tai Chi Chuan. “Fue muy aplaudido en China y hasta lo convocaron para una publicidad”.
Redacción de Dang Dai
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