El Tao que puede nombrarse

no es el Tao permanente.

El nombre que puede decirse

no es el nombre inmutable.

Lo que no tiene nombre

es el principio del cielo y de la tierra.

Lo que puede nombrarse

es el principio de todo lo que hay.

Desde la eterna no existencia

puede contemplarse en calma el misterioso principio

del Universo.

Desde la eterna existencia vemos con claridad las distinciones superficiales.

No existencia y existencia son uno y lo mismo en su origen; sólo se separan

cuando se manifiestan.

Esta unidad se denomina profundidad:

la puerta de toda comprensión.